jueves, 12 de abril de 2012

Sobre el descenso a los Infiernos...

No existe mayor goce en el ser que aquel que pretende la decadencia, que arrastra la cordura establecida y simula la venganza ante la monotonía. El estimulo que produce la incoherencia de la realidad refleja, en parte, la pretensión por escapar de todo ésto que nos mantiene en una espiral de falsa banalidad y cobijarnos en la desolación de la propia alma. Ahogarte en el fondo de un océano que siendo uno mismo el propio creador mantiene en la ignorancia, de no saber cuándo acariciar aquel interior que entierra ni siquiera cómo alcanzar o quizás esconder sus límites nos pretende eludirlo; ejerciendo de teleportador hacia ése Tártaro perdido, que sulfura horror e intolerencia. A menudo la ceguera de una disposición mental obsesionada con el desarrollo impide descubrirlo pero no encierra insensatez alguna decirte que sus puertas permanecen abiertas, a tu disposición, a tu antojo... conoces su esencia, sus parajes y sus moradores. Únicamente te sugiero descender a los Infiernos con no mucha frecuencia, quizás una vez allí desees cerrar sus puertas y mantenerte en su existencia perpetua.

E.

No hay comentarios:

Publicar un comentario