martes, 27 de diciembre de 2011

"El nervio se acelera, se concierne entre la nieblina de la vista una especie de final absoluto... qué despreciable.

Es curioso, anotar, de manera intensa, como todo cambia sin darnos cuenta, pensamos que todo lo que nos rodea podemos llegar a manejarlo, es nuestra condición de humanos.
Sin embargo, deberíamos preguntarnos antes si podemos controlarnos a nosotros mismos, como seres pensantes y como seres físicos; muchas veces ni siquiera nuestros propios impulsos sexuales pueden ser controlados, y derivamos de ahí a un remoto lugar llamado frustración, ni la gula, si quiera, qué despreciable.

Por más que intentemos conocer el origen de muchos de nuestros males solo nos encontramos con la figura negra, esa que tiene garras y te aplasta contra el cristal de la realidad, que te priva de tu poder, de tus ganas de volvar... de pensar, solo se mantienen rígida, a los pies de tu cama dejándote sin fuerza, marchita, ilusa ante el Sol que entra por la rendija de la persiana... es ya ''colega''.
Y volvemos, ¡qué despreciable!.

Mantener abiertos los ojos incluso a veces es doloroso, puesto que nunca se alcanza a ver lo que queremos ver, aunque siempre lo que se necesita ver, pero en el fondo somos ciegos, por que nunca queremos ver lo que necesitamos... eso no.

Podríamos mencionar, uno por uno los males que se ciernen sobre la figura, como te 'viola' poco a poco, hasta que ya eres un muñeco, de trapo, por supuesto, de nuevo... un instinto primario.... el de autoacomplejarse, añadido a la autolesión psicológica y también física, por supuesto: el dolor ha de ser compartido e impuesto ante lo poco notorio de la realidad ficcticia.
Y te das cuenta de que no es una figura quien te consume, si no tu propia mente... si, has llegado a un punto donde ya no es controlable lo que piensas, se escapa de tus manos y es ella misma la que te aplasta, la que te grita improperios, la que no te deja levantarte de la cama, la que habita en el pozo, regocijándose de haber vencido... y como buena muñeca de trapo me abriré de piernas.
..... ¡Qué despreciable!


                                                                                                                                              N.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Sobre la apatía social...

Más allá de todo lo establecido y de lo acordado entre el ser y la sociedad no creo distinguir un ápice de carisma a la gran parte de mis conciudadanos.
Supuran una subyugación necesaria para su propia y nula introspección e inundan sus existencias, reitero... ajenas a su interior, de repetidos clichés ahogados en una misma depresión que juzga solemnemente la espontaniedad de la mente.
El camino está cerrado. Y tampoco quisieran traspasarlo, conformados hacia un elemento social que rige sus mentes; arrinconados dentro de un mismo enigma que obviado parece resolverse. No anhelan su propio cultivo, están perdidos en un espacio físico y temporal del que son meros objetos intervinientes en su propia decadencia de la que a priori no creen ser conscientes pero cuya sombra les acompaña en cada momento. Dichosos los que la estupidez enternece sus sentidos y vislumbran la salvación de sus existencias en la venda de unos ojos que fueron arrancados para evitar inoportunos deseos, dichosos los que capturados por la maquiavélica astucia social arrojan su élite ante la intransigencia de los medios que manejan pero a los cuáles no optan como sumos controladores, dichosos los que inflaman la agresividad de nuestras cadenas con ésa sutil indiferencia que defienden a capa y espada y donde un filo escondido les desangra desde su minuciosa tolerancia. No acierto a corresponderme en una dicha de las anteriores, quizás me sumerja en todas ellas como vosotros, mis conciudadanos, me habéis aconsejado hoy o ayer, ya no lo recuerdo. No me preocupo por ello, mañana me lo recordaréis.

E.


Conforme va pasando el tiempo te das cuenta que, muchas veces, ni siquiera eres consciente de lo que ocurre a tu alrededor. Bien.

Nacemos, y nos arrastran a una espiral de la que no hemos elegido formar parte, además, por si fuera poco, se nos obliga a seguir en ella, penetrando cada vez más en un mundo donde, la mayoría de las veces no nos sentimos identificados. Esto es lo que se presenta como realidad, a veces cruda, otras veces feliz, pero sobre todo ambigua.
Me molesta, solemnemente tener que crecer bajo unas normas que ni siquiera me parecen justas, pero supongo que es lo que toca. Se nos ''permite'' vivir un poco al margen de esto, basándonos en nuestra educación, creando ''burbujas'' donde, se supone que mandamos nosotros, pero el problema llega cuando no se nos corresponde lo que nos imaginamos. Es doloroso, como todo, la filosofía de vida que nos presenta la actual sociedad no persenta más que quejas y conformismos, llevándonos a una espiral de desesperación y de nuevo, conformismo. Qué triste.
Hoy comía con mis padres, que quizá hacía 2 años que no comíamos fuera de casa, y me ha hecho gracia oír a mi padre decir: "Te quejas como una abuela", hahahahahahahaha, creerme, no soy una abuela, ni mucho menos, y dudo que llegue a ello, pero es gracioso como yo soy la primera que me quejo, total, tampoco muevo un ápice de mi cuerpo por satisfacer mi caótica cabeza, soy vaga, me siento ''gorda'' mentalmente para mover mi cerebro.

He descuidado mi burbuja, la he dejado de lado para poder formar parte de una sociedad que ni me interesa y que psicológicamente no me da nada, me averguenzo de mi misma en este caso por dejar que estupideces y falacias me hayan apartado de mi enriquecimiento como persona; necesito ahogarme.
Quizá con una simple conversión de mis sentimientos haya descubiero el problema que arrastro, ver a los demás caer en errores que ya he cometido me ayuda a dislumbrar cuán gilipollas soy.
En fin, le echaré la culpa a la sociedad, que ya que ando quejándome, que pague el plato de mi irresponsabilidad un cuerpo ficcticio.

                                                                                                                                          N.